El Remotely Piloted Aircraft System, popularmente conocido como dron, ha sido el vehículo aéreo no tripulado empleado por el artista visual Iglessias para llevar a cabo su primer vuelo artístico de dicho aparato.
Katsu, el conocido artista graffitero neoyorquino que en los noventa revolucionó la escena urbana y artística de la ciudad de los rascacielos, instaló un sistema en el dron que le permitió realizar graffitis con unos resultados notables, buscando el gesto, lo abstracto, dialogando con el espacio. En 2014 presentó en la feria de Silicon Valley el resultado de su acción exhibiendo los lienzos de gran formato rociados con el aerosol por el aparato no tripulado y también el video que mostraba todo el proceso. Iglessias se decanta por presentar una filmación en vídeo minimalista donde se ve un bosque de troncos de árboles y dos personas caminando. El protagonista son los árboles, los troncos de los árboles, no se ven sus copas, jugando con las sombras que estas producen, el suelo, los claro oscuros y el movimiento de las dos personas. El video se presenta con una música delicada y sensible tocada al piano, mientras el autor nos introduce en la poética minimalista de la naturaleza. Es una grabación corta, de izquierda a derecha, siendo el primer plano para los troncos de los árboles, para luego aquietarse y mostrar un tronco más grande que los otros, que queda en el centro mismo de la pantalla, mientras las dos personas, dos mujeres, siguen paseando por el bosque de derecha a izquierda ajenas al dron. El creador reduce lo que capta a través del dron a lo esencial, es más, persigue mostrar una parte de lo que contempla. Como diría Mihes Van der Rohe ‘menos es más’ y el bosque de troncos provoca en el espectador una convulsión poética, en la que lo importante para quien lo contempla es la fuerza que emana del tronco, verdadero cuerpo de los árboles, lleno de vida, que transporta sustancias a la copa, que sirve de canal de comunicación, de vía que se decanta por la explosión vital. Es, pues, en este sentido un homenaje a la vida, a quienes desde una postura de firmeza se apresuran a servir, proveer, nutrir a la humanidad, en este caso a los árboles de todo lo necesario para que estos se desarrollen. Es un canto a la existencia, en el que lo importante es la fuerza determinante contenida en lo que expresa. Nosotros somos espectadores, como las dos mujeres de la escena, pero, a la vez, nos movemos, buscando participar de la fuerza que emana del bosque, gozando de la vida en toda su plenitud. La grabación del dron de Carles Bernal, Iglessias es pues un canto a la existencia y a la integridad de todo ser vivo. Joan Lluís Montané -De la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA)-.
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Octubre 2020
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